La construcción se perfila como uno de los sectores estrellas para este año.

06.04.2021

Si bien los especialistas afirman que los precios del sector aumentarán y se achicará la oportunidad, la opción seguirá estando. El estar más en el hogar, las mudanzas a zonas suburbanas, y el teletrabajo empujan construcciones, ampliaciones y reparaciones.

El duro 2020 terminó con cifras que dieron lugar a la esperanza de un 2021 mejor. Por ejemplo, las tasas de expansión interanual del consumo de cemento, que, según el Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric), no se observaban desde 2005 (el crecimiento fue de 33,3% en diciembre). Además, el índice Construya, que mide la actividad de 12 empresas del sector, mostró en diciembre una suba del 18,1% interanual, por encima del alza de los dos meses previos.

En tanto, la encuesta de perspectivas para el período de diciembre de 2020 a febrero de 2021, que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), mostró que 41,5% de las empresas que realizan principalmente obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará durante los próximos tres meses, mientras que 39,6% estima que aumentará y 18,9%, que disminuirá.

"Las empresas que estiman una suba del nivel de actividad la atribuyen fundamentalmente a nuevos planes de obras públicas(28%), al reinicio de obras públicas (27,9%) y al crecimiento de la actividad económica (26,3%), entre otros factores", informó el organismo estadístico.

Soledad Pérez Duhalde, directora de Operaciones de la consultora Abeceb, afirma que la construcción y la agroindustria van a ser los sectores estrellas de este año, pero siempre en un contexto macroeconómico delicado.

"En la primera mitad del año la construcción va a ser uno de los motores que traccionará la economía. Si bien los precios del sector aumentan y se achica la oportunidad, la opción seguirá estando", analiza.

La buena salud de la construcción es vital para la economía, porque es uno de los pocos sectores que tienen la capacidad de amplificar los ciclos económicos, por lo que, cuando la actividad empieza a caminar, esta industria lo hace a un ritmo que duplica o triplica al del crecimiento del Producto Bruto Interno (Pbi), genera rápidamente puestos de trabajo, multiplica la inversión en nuevos proyectos y derrama beneficios en los 130 eslabones que tiene su cadena productiva.

La primera luz de revitalización del sector se empezó a ver en la obra residencial, que representa más de dos tercios de la actividad de la construcción en el país.

"La recuperación inicial se concentró en obras chicas, reparaciones, ampliaciones y permisos que se iban dando, y en todo lo que es demanda residencial. La falta de opciones de ahorro favoreció el acopio de insumos y generó tensiones en la etapa de comercialización", explica Pérez Duhalde.

La obra privada como protagonista

Ya entrados en 2021, las estimaciones y análisis generales indican que seguirá siendo la obra privada la que empujará la actividad. Eso será así, según coinciden los especialistas, porque la pandemia, que tuvo su impacto negativo al no dejar trabajar durante unos meses, también tiene su efecto positivo en el nuevo escenario que emerge: el estar más en el hogar, la necesidad o la preferencia de mudarse a zonas suburbanas, y la consolidación del teletrabajo empujan en cierto modo construcciones, ampliaciones y reparaciones.

Esta tendencia generada por la pandemia y que llegó para quedarse se da en todo el mundo. Pero en la Argentina se abre un signo de interrogación sobre el nivel que tendrá su poder reactivador, porque el contexto macroeconómico es más endeble y existen restricciones y dudas de todo tipo (cómo impactará la segunda ola, cómo concluirá la negociación con el Fondo Monetario Internacional (Fmi), cómo evolucionará la brecha cambiaria, etcétera...).

Damián Tabakman, presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (Cedu), dice que la construcción muestra claros signos de reactivación en el sector privado.

"Hoy se venden muchos más materiales de construcción y la gente aprovecha el abaratamiento del costo de construir medido en dólares, aunque últimamente se está notando un cierto encarecimiento, producto de que el dólar está más tranquilo. Todo eso hace que la gente aproveche esta circunstancia para hacer obras, refacciones y pequeños proyectos", cuenta el directivo.

Los emprendimientos más grandes siguen otra lógica, porque implican compromisos de inversión a más largo plazo. En estos casos, la incertidumbre política, la inflación, la volatilidad de las principales variables macroeconómicas, sumado todo ello a la incertidumbre propia que trae la pandemia, juegan un poco en contra y hacen que los desarrolladores estén un poquito más a la defensiva.

Cuando se trata de comprar un terreno grande y de reunir a grandes cantidades de inversores para concretar la obra, la situación se vuelve más compleja. En los casos en los que los proyectos se organizan de una forma más asociativa, donde el dueño de la tierra intercambia por metros y la constructora también recibe metros en el proyecto, por ejemplo, es un poco más viable.

De cualquier manera, la escala de los proyectos sigue estando acotada a plazos más cortos y a emprendimientos no tan grandes, producto de la incertidumbre.

Optimismo, dudas y expectativas

Tabakman destaca que hay optimismo respecto del apoyo que el Gobierno está dando a su sector, con medidas que están en estudio, como el blanqueo para invertir en pozo o algunas iniciativas vinculadas con la posible vuelta de los créditos hipotecarios.

"Todo eso podría ser un incentivo importante para la industria. Lamentablemente, también existen factores que juegan en contra, como la ley de alquileres, que desincentiva a los inversores a construir para alquilar", aclara el directivo.

Existen también medidas concretas, más micro, como los convenios urbanísticos en la ciudad de Buenos Aires que incentivan a la gente a lanzarse a concretar proyectos un poco mejores (se trata de emprendimientos en los que hay compromisos del sector público y del privado). Eso es positivo, ya que ofrece un aire distinto para encarar proyectos.

En la provincia de Buenos Aires, lo referido a regularización de barrios privados y al reordenamiento del proceso de aprobación de proyectos, que van de la mano de la revitalización de la suburbanización, son medidas que están bien orientadas y que ayudan a que se puedan pensar emprendimientos.

Szczech comenta que, más allá de las dificultades extremas que planteó el coronavirus en su comienzo, la construcción evidenció una recuperación en forma de "V", y hoy ya está en niveles mejores que los que se observaban antes de la irrupción de la pandemia. "Lo que tenemos como grandes motores para 2021 es una mayor asignación de fondos en el presupuesto nacional y el repunte de la inversión privada", afirma.

En lo que respecta al presupuesto nacional, Szczech precisa que el de este año (presentado en septiembre de 2020) duplica al de 2019 (aplicable a 2020) en asignaciones a la construcción (un 2,2% del Pbi y un 10% del presupuesto total del país se aplicaría a la obra pública, según lo previsto).

En cuanto a la inversión privada, el directivo de Camarco explica que está impulsada por dos factores. Uno es el costo en dólares de la construcción del metro cuadrado, que es el más bajo de los últimos 40 años.

El otro es la presentación de dos proyectos de ley que empezarán a tratarse esta semana en el Congreso: uno tiene que ver con incentivos fiscales para quienes inviertan en construcción y con un blanqueo exclusivo para que se vuelquen fondos a esta industria; y el otro, con la creación de un ente para otorgar créditos hipotecarios que se ajusten por salarios.

El crédito hipotecario ha sido siempre la pata floja para el sector en la Argentina. Un solo dato comparativo grafica esa situación: hoy la Argentina tiene un 1% del PBI en estos préstamos, mientras que Chile tiene más de 20%, y países como Uruguay, Paraguay, Perú y Bolivia, más del 10% de sus productos.